6/9/17

EL ÁRBOL DE LA CIENCIA. Pío Baroja

En verdad es un libro duro, que muestra la realidad de una época y un autor plasmada desde la perspectiva de un personaje adelantado a su tiempo. Me parece algo sorprendente la fluidez con la que somos partícipes de la evolución de Andrés Hurtado, de cómo y con qué influencias llega a desarrollar la personalidad que desgraciadamente tanto le caracteriza, los pensamientos negativos, antisociales, depresivos e inconformistas. Estos le ahogan, mortifican y se ven acentuados tras las muerte de dos de sus seres más queridos. La apatía con la que Andrés ve el mundo produce una sensación de inquietud y nerviosismo en el lector (al menos en mi caso) pues transmite la angustia y la agonía que sufre. En verdad el final es muy agrio, adecuado y coherente, pero no apto para aquellos que (como yo) esperen una luz al fondo del amargo túnel en el que nos introduce Hurtado. Lulú en mi opinión es la alegría de la obra, la inocencia, picardía y bondad personificada, el único personaje que no encaja en el desconsuelo de la novela. Parece ser el contrario del protagonista, no obstante, son las dos caras de la misma moneda, su autor. Las conversaciones entre Andrés y su tío son algo complicadas de seguir, en ocasiones incluso pesadas, pero son clave en el avance del personaje, en el crecimiento de la amargura de Hurtado y el truncamiento de lo que comenzó siendo un ideal. Comienza la decadencia suavemente cuando se da cuenta de la estupidez de un escritor y profesor que a él le había resultado admirable, y sin embargo es mera decoración con palabras cultas y teorías ideales sin fundamento; y culmina con un desenlace que se podría clasificar de platónico (por la parte de amor ideal y la libertad de la inmortalidad) o catastrófico negativista (aunque era el más adecuado muy a mi pesar). Nada de lo que tenía en su vida pudo ser para él la respuesta para la razón de la existencia, y cuando parece encontrar un oasis, el ciclo infernal de desgracias que parece ser su vida, no se detiene. Julia A. 2º bach.