5/11/24

TOMBUCTÚ. Paul Auster


 -Cuidado, Tigre -dijo-. No sabemos si es manso o no.

-Oh, sí que es manso -respondió la niña, palmeando suavemente a Míster Bones en la coronilla-. No hay más que mirarle a los ojos. Es muy manso, mamá. Yo diría que es el perro más manso que he visto en mi vida.

Míster Bones se asombró de la extraordinaria afirmación de la niña, y para demostrar lo comprensivo que era, que realmente era un perro que no guardaba rencor por nada, se puso a lamer la cara de Tigre en un arrebato de cariño pegajoso. El pequeñín aulló de placer, y aun cuando la embestida de la lengua de Míster Bones acabó haciéndole perder el equilibrio, el Tigre juguetón consideró que era lo más divertido que le había pasado nunca y siguió riéndose...