18/2/24

El Mundo Perdido

Capítulo V. La tierra de los Dragones 

"Una de las más divertidas sátiras de los científicos modernos, sus querellas académicas y su visión reductora pero enérgica de la realidad, es también una de las mejores novelas de aventuras que ha consentido este siglo. Se trata de El mundo perdido, de Sir Arthur Conan Doyle, novela en que se crea al profesor Challenger y que figura entre las historias mejor contadas de este narrador fuera de serie. El argumento nos parece hoy manido, a causa de las incontables imitaciones que ha soportado (…); puede resumirse así: el profesor Challenger, viajando por América del Sur, descubre rastros de vida prehistórica en las selvas amazónicas; vuelve a Londres y prepara una expedición para verificar sus teorías; encuentran estos exploradores una meseta inaccesible en plena jungla, habitada por bestias antediluvianas y razas en los albores de la humanidad; tras numerosos peligros, vuelven a Londres con sorprendentes pruebas de su descubrimiento. Conan Doyle consigue narrar toda la aventura, situando siempre al lector en el punto más adecuado para disfrutar de ella, por lo que cada escena adquiere una suerte de mágica intensidad gozosa: El mundo perdido es una novela que se lee en un estado de ánimo permanentemente jubiloso, propia de una víspera de fiesta o del alba ensoñada y excitante en que vamos a emprender un viaje anhelado. Es un libro escrito con buen humor, en el que el autor contagia a su público el disfrute que le produjo componer cada página."

(p. 79)

Guillermo Brown

  LA INFANCIA RECUPERADA. Fernando Savater. Ed. Taurus, 1976.

Capítulo IV. El Triunfo de los Proscritos


“Basta con haberle conocido a tiempo, cuando teníamos esos once años incoruptibles que él eterniza, para conservarle siempre sentado en la alfombra del alma, jugando con su escopeta de corchos o chupando pensativo una enorme barra de regaliz” …; pues ante todo Guillermo es la esperanza misma de que nunca nos faltará ánimo para salir del hoyo, el nombre del ímpetu que libera de lo irremediable, la voz del clarín que nos reclama para la liza y nos convoca a la victoria. Extra Guillermo nulla salus: tal es la divisa de quienes juramos por el único anarquista triunfante que los tiempos han consentido, el capitán indiscutible de los proscritos.

(…)

No deja de asombrar la facilidad con la que uno se introducía en las circunstancias vitales de Guillermo que, a fin de cuentas, eran francamente distintas a las de un niño español de mi generación.

El mundo afelpado y verde de una pequeña ciudad inglesa, más pueblerina que urbana, con sus «cottages», su vicario y señora, sus enredos de peniques, guineas y medias coronas, sus invernaderos, sus absurdos tés benéficos, todas las constantes referencias a una historia y una cultura extrañas, el aire antañón de los por otro lado excelentes dibujos de Thomas Henry, cada una de estas cosas y su conjunto debieran habernos distanciado soberanamente de las peripecias de Guillermo, (…), el mérito básico que justificaba su excepcionalidad, era ser, indudablemente, como uno de nosotros.”

(pp. 63-65)


"En el discurso de Guillermo conviven dos fuerzas que habitualmente suelen ser malas compañeras, pero que en este caso específico se potencian: la fantasía y la lógica. Guillermo es un soñador riguroso y coherente, cuya inquietable imaginación extrae buena parte de su poderío de la estricta vertebración de su forma de discurrir. Nada hay en él de blandengue, de flojamente gratuito… Se trata de poner la fantasía en marcha: para Guillermo, en lugar de ser el sueño un refugio para huir de la práctica, es precisamente en esta última donde la capacidad soñadora encuentra manifestación y ejercicio.

(…)

La vida de Guillermo transcurre en dos ámbitos que se contraponen casi punto por punto bajo todo ángulo de enfoque: por un lado, su familia y, enfrente, los proscritos. 

(…)

Los proscritos son la libertad en compañia. Tienen mucho de fratría de cazadores nómadas y bastante de tripulación de bucaneros. Guillermo es el jefe por los mismos motivos por los que Akela llegó a capitanear la manada de los lobos en la que creció Mowgli: corre siempre en cabeza, salta más alto que ninguno y tiene mejor olfato para las pistas que llevan a la presa. (...). A los proscritos hay que conquistarlos todos los días: exigen así un esfuerzo permanente de su capitán, a cambio del cual le brindan su lealtad incondicional una entrega personal que va más allá de lo exigido por el simple deber.  (…) 

¿Os revelaré, finalmente, el secreto de la andadura victoriosa de Guillermo? Aquí está. En cada caso, en todo momento, Guillermo es capaz de adoptar el punto de vista del héroe. La leyenda que incesantemente cuenta, a los suyos y a sí mismo, está narrada desde el punto más alto, desde la cima triunfal, en la que todo adquiere enérgico sentido, incluso —principalmente la derrota.

 (pp. 66-72)

La Isla del Tesoro

 LA INFANCIA RECUPERADA. Fernando Savater. Ed. Taurus, 1976.

Capítulo II. Un tesoro de ambigüedad

"La narración más pura que conozco, la que reúne con perfección más singular lo iniciático y lo épico, las sombras de la violencia y lo macabro con el fulgor incomparable de la audacia victoriosa, el perfume de la aventura marinera -que siempre es la aventura más perfecta, la aventura absoluta- con la sutil complejidad de la primera y decisiva elección moral, en una palabra, la historia más hermosa que jamás me han contado es La Isla del Tesoro". (p. 41)

"En resumen, yo he leído y leo La Isla del Tesoro como una reflexión sobre la audacia. Jim Hawkins es indudablemente audaz desde la primera aparición en la novela, pero por sí mismo no sería capaz de explorar todos los aspectos de su don... Esta es la virtud de John Silver: mostrarle a Jim el rostro demoniaco de la audacia". (p. 48)

Capítulo III. El viaje hacia abajo

"El carácter iniciático de las novelas de aventuras que tienen un viaje por argumento es ampliamente reconocido incluso por los críticos más reacios a la mitologización de la narrativa. Bien mirado, el ochenta por ciento de las aventuras revisten explícita o implícitamente la forma de un viaje, desglosable siempre con suma facilidad en pasos hacia la iniciación. El esquema es obvio: el adolescente, todavía en el ámbito placentario de lo natural, recibe la llamada a la aventura, en forma de mapa, enigma, relato fabuloso, objeto mágico...; acompañado por un iniciador, figura de energía demoníaca a quien juntamente teme y venera, emprende un trayecto rico en peripecias, dificultades y tentaciones; debe superar sucesivas pruebas y, finalmente, vencer a un monstruo o, más generalmente, afrontar a la Muerte misma; al cabo, renace a una nueva vida, ya no natural, sino artificial, madura y de un rango delicadamente invulnerable. (…) En este libro se habla de numerosos viajes iniciáticos: La isla del tesoro, El mundo perdido, El señor de los anillos, Los primeros hombres en la Luna, El peregrino de la estrella" (p. 53)

El autor distingue entre "relatos de iniciación" como La Isla del Tesoro, en el que es el protagonista el que se inicia... y "relatos iniciáticos", que inician al lector. De ahí tanta documentación. Los personajes traspasan sus vivencias al lector, Viaje al centro de la Tierra, Veinte mil leguas de viaje submarino...